Ante la noticia de la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, desde Santiago nos viene rapidamente la imagen del Papa en la peregrinación a Santiago en el año 2010.
¿Fue un peregrino más?
¡Claro que no! Sin embargo es uno de nosotros, como nosotros, pero entregado a una gran vocación. Los católicos lo reconocemos como nuestra cabeza, sucesor de Pedro que fue el primero en liderar, diríamos hoy, al grupo de personas que no pudieron resistir comunicar a tiempo y a destiempo lo que habían vivido, lo que había cambiado sus vidas irremediablemente. Fueron testigos directos de la presencia de Jesús, hijo de Dios, entre nosotros.
Pedro fue testigo directo, y dio su vida por ello; Santiago fue testigo directo y dio su vida por ello; Benedicto XVI es testigo del mismo Jesús que Pedro y que Santiago, porque Dios ha actuado en su vida de la misma manera, ha vivido el amor de Dios y ha entregado su vida a la vocación de comunicar a tiempo y a destiempo lo que cambió su vida irremediablemente.
Cuando peregrinamos a Santiago…
¿Acaso no buscamos algo que cambie nuestra vida irremediablemente?
¿No anhelamos encontrar en el Camino aquello que de sentido completo a nuestra vida?
Podemos llamarlo verdad, felicidad, bondad, fuerza, luz… Pedro, Santiago, Benedicto, lo llaman Dios.
Inma Tamayo
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