Desde que la peregrinación a la Tumba de Santiago, surgida espontáneamente a lo largo de los siglos IX y X, se institucionalizó adquiriendo determinadas consideraciones sociales y religiosas, fue necesario acreditar haberla cumplido. Para ello, primero, se utilizaron las insignias que se adquirían únicamente en Santiago consistentes en la venera o concha de vieira. Es fácil deducir la facilidad de falsificar esta rudimentaria certificación. Falsificación que se dio efectivamente, pues se vendían a la entrada de la ciudad, obligando a los prelados de Compostela y al mismísimo Papa a decretar penas de excomunión contra los falsificadores. Más eficaz, por ser más difíciles de falsificar, fueron las llamadas cartas probatorias, que ya se expedían en el siglo XIII. Estas cartas son el origen directo de La Compostela.
En el siglo XVI los Reyes Católicos constituyeron la Fundación del Hospital Real y para él hicieron construir el edificio que hoy ocupa el Hostal de los Reyes Católicos, convertido el año 1954 en hotel de gran lujo. Los peregrinos al presentar la Compostela adquirían el derecho a ser hospedados gratuitamente durante tres días. Las necesidades sanitarias de los peregrinos convirtieron a la institución, tras las necesarias ampliaciones, en el hospital más importante de Galicia y, más tarde, en sede de la famosa escuela médica compostelana. En 1954 se convirtió en Parador de Turismo, a pesar de que, como tradición de hospitalidad, el hotel continúa ofreciendo comidas gratis a los diez primeros peregrinos de cada día, siempre presentando la “Compostela”.
La aparición de los vehículos a motor y, ya en nuestro siglo, la popularización del turismo, significó una cierta crisis para la peregrinación: se temía que el esfuerzo y el sacrificio en expiación de los pecados que hasta este momento significó la peregrinación a pie dejara paso a una actividad placentera y agradable en que emplear las vacaciones. Tal fue el caso que las autoridades en otros santuarios comenzaron a expedir certificados de visita imitando a La Compostela. (Tal es el caso de Tierra Santa, donde expide un certificado el Ministerio de Turismo israelí.). El Cabildo de la Iglesia Metropolitana de Santiago siguió expidiendo el certificado y en la época moderna se limitó la concesión de la “Compostela” a aquellos que acuden a la Tumba del Apóstol por motivo religioso y/o espiritual, y siguiendo las rutas del Camino de Santiago a pie, en bicicleta o a caballo. Para ello se exige haber recorrido como mínimo los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo o también los últimos 200 en bicicleta, lo cual se demuestra con la evidencia de la “credencial del peregrino” debidamente sellada a lo largo de la ruta recorrida. Quedan excluidas, por tanto, otras formas de desplazamiento para acceder a la Compostela, excepto cuando se trate de discapacitados.
Más información acerca de la Compostela: LA COMPOSTELA